Los octogenarios hacen historia en el Revellao



Cuando Vicenta Vélez asistió a la presentación del curso de arqueología, se acercó a la mesa central y comentó: «Qué iniciativa más bonita. Es una pena que yo ya no tenga edad para estas cosas, porque me habría gustado participar. Es algo que siempre me ha llamado la atención». Conmovido por sus palabras, el arqueólogo Víctor Gibello no dudó en animarla para que se sumase al equipo. «Apúntate y vente. Haz lo que puedas y si no puedes hacer mucho pues disfruta de la compañía de tus compañeros», le dijo. «Me convencieron y lo hice. Ha merecido la pena», resume Vicenta.

Esta mujer de 84 años, que ha dedicado toda su vida a la costura, ha formado parte del grupo que ha excavado una pequeña zona de la finca del Revellao, ubicada cerca de la localidad pacense de Valverde de Leganés. Por su edad y estado de salud, no ha podido realizar mucho esfuerzo físico. Sin cejar en su empeño, optó por dedicarse a otras funciones. Limpiaba la zona y cuando se sentía demasiado agotada, echaba mano de una silla y se sentaba a descansar. «Ya no puedo estar mucho tiempo de pie», lamenta.

Como ella otros 23 estudiantes de la Universidad de Mayores de Extremadura han cambiado durante un mes y medio las aulas por el campo y han aparcado los libros para coger la carretilla y el cepillo. Su función ha consistido en trabajar sobre parte del yacimiento arqueológico que existe en dichos terrenos. Bajo un sol abrasador y soportando temperaturas superiores a los 35 grados, estos alumnos han cavado y retirado gran cantidad de tierra para realizar siete sondeos arqueológicos en lo que fue una aldea medieval denominada Revellao y que ya ha desaparecido. Este pueblo se estableció sobre una antigua villa romana. Las catas se han desarrollado en el interior y el entorno de las ruinas que formaron parte de una iglesia. Los ancianos han podido documentar etapas intermedias al hallar cerámicas de época islámica. De este modo, el Revellao se ha convertido en el lugar donde los octogenarios hacen historia.

«Cada uno iba a su ritmo y hacía lo que podía. Aunque era un trabajo laborioso se generó un ambiente muy agradable. Las limitaciones de la edad las compensábamos con la ilusión que poníamos», indica Miguel Caballero, un maestro jubilado de 78 años. «Ha sido algo maravilloso. Soy una persona inquieta, pero no me imaginé que a estas alturas de la vida me brindasen esta oportunidad. No creía que iba a estar capacitada para hacerlo», agrega Lola Camacho, de 70 años.

Esta experiencia ha sido posible gracias al proyecto impulsado y financiado por la Fundación Dolores Bas de Arús de Badajoz, propietaria de la finca sobre la que se han ejecutado las labores. La iniciativa ha consistido en crear un taller de arqueología con la colaboración de la Universidad de Mayores. Los alumnos, que han acudido de manera voluntaria, han sido dirigidos por tres arqueólogos de la empresa Arqveocheck. Tras recibir varias lecciones teóricas, del 17 de abril al 26 de mayo se dedicaron a la parte práctica.

El programa trata de cumplir una doble función: formativa para los alumnos mientras que la Fundación pacense también recupera los restos del yacimiento. A través de esta actividad empieza a poner en valor los bienes históricos con la idea de que en el futuro puedan ponerlos a disposición del público para que disfruten de ellos. Así, participantes, promotores y la propia sociedad se benefician de esta iniciativa.

La Fundación no olvida sus estatutos y ha dotado al curso de un carácter social, objetivo para el que fue creada. Con esta propuesta pretende acercar contenidos científicos y culturales a las personas mayores a la vez que ellos mismos encuentran ventajas a nivel personal. Los participantes no solo adquieren nuevos conocimientos sino que además se motivan y refuerzan su autoestima. «No estamos para estar dando saltos, pero tampoco para permanecer tirados en un sofá. Somos útiles y tenemos ganas de hacer y aprender cosas. Ahora, a mis 65 años, he podido cumplir un sueño haciendo este taller de arqueología», declara Antonia Carroza.

Durante las semanas que ha durado la excavación han creado nuevas amistades, favoreciendo los vínculos intergeneracionales. «Nunca nos faltaba una sonrisa», sostiene Juan Carlos Vázquez de Miguel, de 67 años. «Están ocupados, entretenidos y contentos. Se lo han pasado muy bien. Además, ellos están orgullosos del resultado y lo demuestran presumiendo de los callos que le han salido en las manos», explica Florentino Blázquez Entonado, director de la Universidad de Mayores.

Dimensión social

Este espacio situado a 4 kilómetros de Valverde de Leganés y con gran valor histórico se ha convertido en la sala terapéutica de quienes ayudan a su salvación. La arqueología adquiere una dimensión social hasta ahora poco explotada. «Es una ciencia dirigida siempre a arqueólogos o estudiantes, pero lo interesante en este caso está en que abre sus puertas a la sociedad en general, a gente que no tiene conocimiento del tema», destaca Víctor Gibello, arqueólogo de Arqveocheck y director del proyecto.

La intención de los promotores es sacar el máximo partido a esta experiencia innovadora. El programa está planteado para que se desarrolle durante los próximos años y la previsión es que se realicen dos campañas anuales, en otoño y en primavera. Quieren, además, implicar a otros usuarios como escolares, personas con discapacidad, gente con pocos recursos económicos o cualquier colectivo desfavorecido. «La arqueología no se debe utilizar sólo con fines didácticos o para recuperar el patrimonio, sino que también puede mejorar la vida de la gente», apunta Gibello. «Es una iniciativa pionera que ha encantado a los mayores. Todos quieren repetir», asegura Florentino Blázquez.

A través de esta propuesta los organizadores también tratan de inculcar valores como el respeto hacia los monumentos. Gibello defiende la teoría de que si la sociedad conoce la riqueza cultural y arqueológica que tiene a su alrededor puede comprender mejor qué representa, consiguiendo que se comprometa con su mantenimiento. «En muchas ocasiones los profesionales del sector y las administraciones se lamentan de que las gente no valora ni cuida los restos arqueológicos. El problema radica en que no se les explica qué es y cuál es su importancia. No lo sienten como algo propio», manifiesta.

«Con esta oportunidad hemos podido conocer todo lo que tiene nuestra tierra. Es increíble lo mucho que admiramos los monumentos de otros lugares, pero lo poco que sabemos sobre lo que tenemos aquí», asevera Camacho.

La finca de la Fundación Dolores Bas de Arús cuenta con unas 500 hectáreas de extensión que esconden un gran potencial arqueológico. En estos terrenos hay localizados al menos 15 yacimientos comprendidos entre el neolítico y calcolítico hasta el siglo XIX, pasando por la época romana, visigoda, islámica y medieval. Entre lo más destacable se encuentran los dólmenes con 6.000 años de historia que se conservan.

Los alumnos del curso de arqueología, que recientemente se ha clausurado, se han centrado en una pequeña parte de esta parcela en la que se situaba la parroquia de San Ildefonso, integrada en la aldea Revellao del siglo XII. La población se extendía por unas cuatro hectáreas y fue literalmente arrasada durante las guerras con Portugal de finales del siglo XIV e inicios del XV. El Revellao se asentó sobre una explotación rural romana, cuyos materiales están dispersos por unas 26 hectáreas de la finca.

Hasta que llegó este grupo el área se encontraba llena de basuras y escombros. Aunque el espacio está vallado, muchos lo utilizan como basurero para arrojar desperdicios. Tras la intervención de los alumnos de la Universidad de Mayores, la zona ha adquirido categoría de campo de estudio. Las catas realizadas por los participantes han destapado niveles islámicos y han sacado a la luz trozos de vasijas de esta época. «Las excavaciones nos permiten confirmar que este espacio estuvo ocupado de manera continuada, es decir, que la villa romana tuvo continuidad en época islámica», afirma Gibello. También han encontrado tres enterramientos vinculados al cementerio de la iglesia. «Lo más emocionante era cuando sacábamos algo. Nos hemos sentido especiales», coinciden los miembros del equipo.

Los trabajos y el esfuerzo realizado por los voluntarios también ha sido valorado positivamente por Pedro Arias, presidente de la Fundación. «Los resultados han sido magníficos», comentó en la clausura del curso.

A pesar del valor arqueológico y cultural que tiene este territorio, es muy desconocido por los vecinos de las localidades cercanas. Ubicado entre Valverde de Leganés y Almendral, son muy pocos los pacenses que saben de su existencia y menos los que lo han visitado, ya que la finca no está preparada para explotar su potencial turístico. Las ruinas no son accesibles, ya que el camino no está en buenas condiciones.

Los yacimientos han permanecido en este estado hasta hoy a pesar del deseo que ha mostrado en los últimos años la Fundación Dolores Bas de Arús de poder preparar los monumentos para hacerlos visitables.

Aunque la intención de esta organización sin ánimo de lucro es salvar los recursos arqueológicos y etnográficos, hasta ahora no ha podido hacerlo con fondos propios porque sus estatutos fundacionales no permiten destinar dinero a la restauración del patrimonio. La entidad, denominada concretamente Fundación Hija de Pepe Reyes, Dolores Bas de Arús, se creó por deseo propio de esta vecina de Badajoz y determinó que tuviese fines sociales. Desde que comenzó a funcionar los beneficios se donan a Aprosuba-3 de Badajoz, la Asociación Española contra el Cáncer y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, además de otras obras sociales.

Para tratar de resolver esta situación el presidente de la fundación ha solicitado en los últimos años ayuda económica a las administraciones públicas para, al menos, hacer accesible el dólmen que mejor se conserva, un respaldo que nunca ha llegado. Con la puesta en marcha del primer taller de arqueología, la entidad responsable de los terrenos parece haber encontrado una solución a este problema. Aunque la consecución de financiación continúa siendo un inconveniente, según Gibello están barajando la posibilidad de acceder a fondos europeos para dar continuidad a los trabajos que ya han empezado y que probablemente ayudarán a escribir más capítulos de la historia de este enclave pacense.

Fuente: Diario HOY.